Quiltro.

Desciende del lobo
hasta el perro más común.
Pero aunque el quiltro se sabe
por la sangre de antiguas manadas sostenido
siempre recuerda que es mestizo.
Ese recordar
es un extraño cruce
entre no ignorar el origen,
y saber lo que se está siendo.
No imagino
ni al más callejero de los perros
deseando ser algo que no es
ni vistiéndose con pieles
de lobos ya muertos.
Ni tomando prestados
ladridos de otras latitudes
para, camufladamente,
mostrarle al resto del perraje
que sus narices han olido otros traseros.
No.
No es así el mestizo que se sabe mezcla
porque sabe
que es justamente esa mezcla
la que lo hace fuerte.
Ni el aullido forastero
ni los alimentos de tierras lejanas,
sino saberse callejero,
con linaje difuso
pero con las patas bien puestas
en la tierra donde su perra madre
tuvo la idea de parirlo.

Sin título

Tantas veces
me he reinventado
que ya no sé quién soy,
excepto aquel que cambia.
Envuelto en la ebriedad de la luna
me visto con las ropas del bufón,
del santo, del mendigo.
Cambio con la estación.
Soy el loco, el poeta, el profesor,
el ocioso, el evasor,
el borracho y el sobrio
el intelectual y el ignorante.
Ni lo uno
Ni lo otro
Sino todo junto.
Varias muertes en la misma vida
hacen de esa vida
algo que vale la pena ser vivido.
De fechas importantes
el campesino no sabe
pero las fases de la luna
que hacer con la tierra le dicen.
Ignoro a voluntad,
y a veces sin quererlo,
aquello que como oro brilla.
De eventos importantes
escapo a toda prisa.
De los ritmos, y de la paciencia
el brote del cactus me habla.
Nada hay que hacer
para que la flor del jazmín brote.
Nada.
Excepto no interferir,
no creer que se sabe
cuando en realidad
solo estamos siendo vividos.
De tanto cambiar,
la vida se mantiene fresca.
A cada instante
aquel que cambia
se viste y desviste
luna tras luna
marea tras marea.
Ni lo uno
Ni lo otro
Sino todo junto.
Nicolás Tamayo

Estándar

Dios me libre de una vida estándar,
con fotos estándar,
vacaciones estándar,
opiniones estándar,
con gustos estándar que se satisfacen en el mall.

Dios me libre incluso                                                                                                                                       de concebir a un dios promedio
que recibe peticiones                                                                                                                                   sacadas de catálogo de supermercado

Que me libre también
de querer salir del estándar de manera común.
de quejarme sin gracia
de creer que si, cuando no.

Dios me ayude
a dejar de pedir ayuda de manera promedio
pero,
por sobre todo,
que me libre de creer que soy distinto
cuando solo disfrazo mi personalidad estándar
bajo capas de cosas
que no son yo.

Máscara

Me pondré la máscara menos máscara,
mi nombre, el de pila, ese será mi pseudónimo.
Me vestiré, y otros también querrán vestirme.
Al final quedaré desnudo intentando bailar
siguiendo el ritmo del canto del vacío.
Cruzaré el cielo celeste, olvidaré quien soy,
mi máscara , mi disfraz será transparente.
Se me verán los huesos, la sangre,
y hasta los músculos de este cuerpo imaginario.
Observaré caerse las palabras,
y elevarse el ritmo silente de los ecos de la montaña.
Seré un Cóndor, un ficticio Cóndor,
Y las alas del cóndor y las plumas del Cóndor
también serán parte de mi máscara.
No usaré antifaz, usaré mi faz,
Usaré la máscara menos máscara,
aquella que muestra que mi cara son todas las caras.
Me sobrevolarán los tiuques.
En círculos, circundándome en círculos me interpelarán las aves,
y con las plumas del águila chilena, que caerán del cielo como regalo,
construiré un par de alas, también ficticias,
para ir a volar con el pájaro de agua que nada, irresponsablemente,
muy cerca del océano de fuego.
Me pondré la máscara menos máscara,
me vestiré con mi propia piel desnuda,
me convertiré en un espejo,
me perderé camino a la montaña.
Usaré la palabra, y la palabra será también mi máscara,
Emplearé las voces que habitan en mis oídos,
les daré forma, y porque no también, alma.
Me pondré la máscara menos máscara,
pero al final, cuando ya el sol no siga brillando,
cansado de tan vibrante danza,
caerán todas las máscaras, y los intentos de máscaras, las propias y las ajenas
Las transparentes y las opacas, las que reflejan y las que solo hacen ruido.
Cuando el sol se saque su propio disfraz y caiga en el vacío,
Ese día, con mis plumas de cóndor, viajaré cerca del centro de mi mismo,
Y estallaré en el éxtasis del fin del mundo conocido.

La mirada del desierto

En la costa del desierto, donde se tocan el mar y lo árido, busco entre las piedras, reflejos de las estrellas dejadas atrás por la noche.

Encuentro historias, pérdidas, casi olvidadas. Me cuentan de noches, sucesivas noches, en las que el cielo no es un solo cielo, sino que cambia, muta, gira. Me cuentan de astros que están vivos, que escapan de sus órbitas cuando la mirada se distrae, y que solo se dejan ver por los ojos del desierto.

El calor y la noche, me depuran el alma, cuanta basura acumulada me ha hecho sudar el desierto. Me muestra recuerdos,  recuerdos que reflotan para ser transmutados. Me deja la mirada limpia, porque mi visión viene del alma, y es el alma lo que me ha tocado el desierto.

Sigo encontrando gente, gente que ha sido limpiada, porque esta tierra se traga las penas y las transforma en trabajo y silencio. Me siguen hablando, de noches en las que el cielo se mueve, en las que el techo del mundo no es lo que parece, donde el techo del mundo no es techo, sino puente.

Aquí me veo, entre el mar y la arena de un desierto costero, aquí estoy sentado en piedras talladas por el viento. Tormentas de sol, tormentas de viento y arena siguen puliendo mi alma. El desierto no me quiere dejar ir, no hasta que me aligere la carga.

 

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Fundación Santiago Mágico

El 12 de Febrero del año 2013, fundamos una nueva ciudad, una ciudad imaginaria: El Santiago Mágico. Lo que pase de ahora en adelante, lo construimos nosotros.

He aquí el Acta Fundacional:

Ya es la hora, ya es momento, ya resuenan los pilares que sostienen esta farsa, esta ciudad erigida sobre suelo sagrado.
Ya es la hora, ya es momento, de recordar que esta tierra no está libre de ancestros. Que sus pisadas, su sangre, sus voces y su aliento aún palpitan bajo el pavimento. La tierra está viva, y nos llama.
Ya es la hora, ya es momento. Ya es tiempo de liberarse del conquistador hambriento.
Ya es la hora, ya es momento.
Ya es la hora Valvidia, ya es momento. Ya no hay donde esconderse, Don Pedro.
Ya es la hora. Ya es momento. ¿Momento de qué? Se preguntará el conquistador.
Ha llegado la fecha Valvidia, la fecha en que te reclamo Santiago.
La fundaste haciendo alusión a un derecho divino, hoy, yo, en nombre de lo innombrable, ocupo tu misma moneda, pero lo hago para liberarla, no para enriquecerme a costa de otros.
Ya es tiempo de olvidarte Valdivia, y de recordar a aquellos que estaban aquí a tu llegada, aquellos que enaltecían la tierra.
Hoy, yo, en nombre de lo innombrable, y por derecho divino, tú misma moneda, refundo Santiago.
Ya es tiempo de olvidarte, Valdivia, porque Santiago la creamos nosotros, todos los días. Te doy la despedida, en parte agradecido, en parte vulnerado. Tienes permiso para irte.
Y nos quedamos nosotros, arquitectos de una ciudad imaginaria. Porque Santiago no existe, sino en nuestras cabezas. Porque esta ciudad, como todas las de esta tierra, son producto de un sueño.
Te agradezco Valdivia, te agradezco, pero ya es la hora, ya es momento, de que los que imaginen esta ciudad imaginaria seamos nosotros, los que pisamos sus calles, los que caminan sus pasos.
Hoy, yo, un ser inexistente fuera de estás palabras, fundo la ciudad mágica, un Santiago que recuerda y respira.
Hoy, yo, una voz que viene a despertarte, Santiago, te abro la puerta a lo que eres: una construcción colectiva, un ser que muta, un animal abriendo sus alas, una ciudad mágica.
Hoy, yo, que podría sea cualquiera, fundo una ciudad viva, que se eleva en espiral hacia el centro del cosmos.
Hoy, los planos de esta ciudad, están en blanco. Listos para ser reescritos, revividos, reimaginados.
Hoy respiras Santiago, hoy te damos permiso para ser lo que eres. Porque una ciudad la construyen aquellos que la imaginan.
Hoy, Santiago, te regalamos este concierto, un concierto de silencio, un silencio que habita en nuestra cabezas y con el que te acariciamos.
Hoy, Santiago, ya estás libre, permítenos caminar por tus calles sintiendo tu encanto.
Hoy, y con ustedes como testigos de este nacimiento, refundo Santiago, Un Santiago mágico.
Porque ya es la hora, ya es momento de habitar esta ciudad imaginaria.
Porque ya es la hora, ya es momento.

En la Plaza de Armas

En «La Piojera»

No es importante

Tengo una historia que no contaré,
porque en verdad no es importante.
Una historia sin tiempo,
o suspendida en el tiempo,
o fuera del tiempo.
No es relevante que lo mencione,
pero me cambió la vida, o el curso de la vida.
Tengo una historia
que es más espíritu que materia,
más blanca que negro,
más nube que lluvia, o quizás todo al mismo tiempo.
Pero esa historia, que no es importante,
hizo que la semilla muriera para dar origen al árbol.
Tengo una historia,
que aún se está escribiendo,

pero no es importante…

La Diosa

Soy llevado a los pies de una Diosa, mujer medicina que desborda energía. En la oscuridad de la tienda veo sus ojos verdes, mirada fértil, mirada viva que refleja su espíritu. Todas las mujeres en una mujer, la esencia de la madre cósmica encarnada, la voz de la tierra hecha cantos y bendiciones.

Sonora, tanto en voz como en espíritu. Musical, reflejo de un alma pura.  Caderas que al moverse despiertan el sonido del mar, de las profundidades del inconsciente. Cada paso un latido, cada latido una exhalación de la Tierra.

Descalza se mueve, descalza acaricia la tierra y danza fluyendo entre los presentes. Se acerca la Diosa, pienso cada vez que la escucho, porque ella se escucha, porque es canto, porque desborda vida.

Una mujer que es todas las mujeres. Una esencia encarnada. La emperatriz del Tarot, La luna hecha humana, una hija de la Pachamama, femenina, madre, mujer, amante inalcanzable. Diosa.

Su mirada me congela, me convierte en un adorador de lo femenino. ¿Quién es esta madre? ¿Quién es esta mujer que me atraviesa con verde mirada?

Ser sin edad, sin pasado, sin historias, sin futuro, porque ella llena el momento. Ella es todas las mujeres.

De su vientre surge vida, surge luz, nuevas generaciones de diosas son paridas. Sus pisadas dejan un rastro de plantas, de sus manos fluye la medicina.

La acompaña un águila y un colibrí, la escoltan, porque además de sagrada es mujer de poder, es autoridad, es la voz del espíritu.

Me habla, hace retumbar mi cuerpo. Ella es la madre, es todas las mujeres, es La Diosa.

Amanece y el Sol la muestra en su forma humana. Pero el sonido de su andar resuena en mi cabeza, y sus movimientos de musa se graban en mi ser. La noche da paso a la luz y la veo humana, pero es de esos seres que son esencia, y que la dejan salir a voluntad.

Esta mujer es todas las mujeres, se mostró divina, fue madre, musa, emperatriz, útero y creadora. Canalizadora de mensajes, guía de mi espíritu. Mujer medicina, amante inalcanzable, La Diosa.

Canto al Ego

Odiado, ninguneado, maltratado.
Demonizado, sexualizado, reprimido, ignorado.
Asesinado, ahogado, negado.
Ocultado, subestimado, ennegrecido, olvidado.

Bajo amenaza de extirpación, con riesgo de ser asesinado,
nuestro ego trabaja ejecutando el papel acordado.
Es el rol por el cosmos designado,
ser casi un traidor, un enemigo.

Compadezco a mi ego y le doy gracias,
gracias por serme útil en este terreno camino.
No olvido que eres luz, que me estás ayudando,
que eres vehículo, aliado, que estás vivo.

Hoy te ofrezco una tregua: sincronízate conmigo.
Hoy decido dejarte vivir, cumplir tu rol incomprendido.
Le canto a mi ego, herramienta del espíritu.

En tus manos voy viajando

Me tienes en tus manos
sostienes mi esencia en alto
me abres el camino
cuidas mi espalda.

Eres sabia de siglos, eres belleza juvenil,
eres encanto cósmico.
Eres musa de una creación en la que trabajo a diario:
mi propia vida y mi sacro caminar son tuyos.

Guía mis pasos amada Atenea
ilumina mi andar
bendice mis palabras.
Eres luz en la travesía del hombre.

Otórgame, oh mi Diosa,
el privilegio de acercarme a tu manto
de observar tu casco dorado
de sentirme acogido en tu seno.

Acompáñame como a Odiseo
sacraliza mi viaje terreno.
Eternos dones siento caer de tus manos
el olivo divino le entregaste a los mortales.

Me siento uno contigo
me uno a tu marcha
juntos avanzamos libres y gloriosos
hacia una victoria inscrita en mi nombre.